Es muy normal que oigamos hablar de la cédula de habitabilidad de una vivienda. De hecho, es demandada en innumerables ocasiones, como, por ejemplo, en el momento en el que alquilamos o vendemos una vivienda o cuando damos de alta un suministro.
Del mismo modo, nos es requerida en el caso de querer solicitar un préstamo y si el inmueble va a ser transferido, como en una herencia o la cesión entre parientes, pero ¿qué es, exactamente, y cómo hay que llevar a cabo su tramitación?
Se trata de un documento a través del que se está acreditando que se cumple con los mínimos requisitos para que un espacio pueda ser habitado por personas, a nivel de solidez, higiene y salubridad. La cédula se encuentra legalizada por parte de las Comunidades Autónomas y tiene un plazo de caducidad de 15 días.
Es en esta acreditación en la que se regula la superficie mínima útil que posee una vivienda, al igual que el mínimo equipamiento del que debe disponer, como, por ejemplo, cocina, agua caliente o inodoro. Los requisitos que nos piden no son demasiado exigentes, por lo que, por lo general, las viviendas dan cumplimiento a unos mínimos.
Índice
Cómo se solicita la cédula de habitabilidad
Si se da el caso de que no se tiene la cédula de habitabilidad o se encuentra caducada, tendremos que ponernos en contacto con un arquitecto o arquitecto técnico, para pedirle este documento visado por parte de su colegio profesional.
Será el arquitecto quien llevará a cabo una inspección visual de la vivienda y realizará la comprobación de si da cumplimiento o no de la normativa legal existente en ese momento.
Después de contar con el certificado, hay que hacer entrega de este en la correspondiente Administración, junto con el resto de la documentación que se requiera. La emisión corresponde a los ayuntamientos.
Serán necesarios un impreso de solicitud, la fotocopia del DNI del dueño o representante autorizado, el justificante de haber hecho el pago de la tasa correspondiente y una copia de la escritura de la propiedad o del contrato de arrendamiento.
La respuesta a esta clase de trámite, por lo general, no tarda más de un mes. No obstante, depende de la Comunidad Autónoma en la que vivamos. Si se da el caso de que se requiere este documento urgentemente, en la mayoría de los trámites, es posible la presentación de la instancia sellada en el momento en el que se ha pedido la cédula de habitabilidad, sin ser necesario esperar a disponer del certificado físico.
Tipos de cédulas de habitabilidad
La clase de cédula irá en función de si estamos hablando de un inmueble nuevo o una cédula para una segunda ocupación. En el primer caso, es requerida una licencia de primera ocupación, que es distinta de la cédula de habitabilidadpropiamente dicha.
La cédula para una segunda ocupación la concede el Ayuntamiento a los promotores que, con anterioridad, han certificado el fin de la obra, según unos requisitos diferentes en cada una de las Comunidades Autónomas.
Es muy normal que los promotores cuiden mucho el cumplimiento de las normas, dado que, si el inmueble no dispone de la preceptiva cédula, el contrato de compraventa o alquiler puede anularse.
Requisitos que has de cumplir para conseguir la cédula de habitabilidad
Entre los requisitos para la concesión de la cédula de habitabilidad, se encuentra que el inmueble disponga, como mínimo, de una superficie útil de 36 metros cuadrados. Debe contar, al menos, con una estancia que sirva de zona de estar o comedor, cocina y cámara higiénica.
Queda establecida una altura, como mínimo, de dos metros y medio, a excepción de en la cocina y los baños, donde la altura puede ser de dos metros y dos centímetros.
Igualmente, se establece que, en ninguno de los casos, las estancias del inmueble pueden ser el paso hacia otros locales que no sean los propios de la casa.
Tanto los baños como la cocina deben contar con una puerta que los separe del resto de las estancias de la vivienda. Los dormitorios y la zona de estar también deben tener unas medidas mínimas.
El equipamiento de la vivienda debe disponer de agua caliente y fría, al igual que contar con evacuación de agua y electricidad.
La cocina debe tener un fregadero, como mínimo, sistema de extracción de humos y aparato de cocción; mientras que en los baños debe contar con un inodoro, una ducha y un lavamanos.
Los inmuebles también deben contar con una instalación para lavar la ropa y un sistema que haga posible la comunicación desde el acceso al edificio del inmueble.
Vivir sin disponer de una cédula de habitabilidad puede dar lugar a que la compraventa de una casa o el contrato de alquiler que tengamos previsto acaben siendo anulados. Por ello, es muy importante que seamos conscientes de lo que este pequeño papel puede traernos consigo en una operación inmobiliaria.